Amigos, voy a empezar este nuevo post con una premisa un poco creepy: He estado tan feliz los últimos días, las últimas semanas, que ya me espanté mil y estoy buscando algo qué arruinar o con quién pelearme para equilibrar al universo.
Bien raro. Como que no estaba acostumbrada a que las cosas me fueran tan bien. Bueno, no me está yendo hiper cool en la escuela; de hecho, no, estoy segura que voy valiendo madres en todo, pero, ¿saben qué? al menos todavía tengo la iniciativa de ir a sentarme en esa silla acolchada por ocho horas, aunque sepa que me va a ir de la chingada y que terminaré viendo fantasmas en el umbral de mi salón. Le estoy echando ganas, de veras. -bueeeeeno-
Con mis amigos, pues creo que ahí voy. O sea sí decepciono a la mayoría con mis cosas raras y así, pero creo que ya a estas alturas de la vida saben bien cómo soy y cuán rota estoy. Ni modos.
Y mi familia... pues no me han matado mientras duermo. Aún.
En otros aspectos de mi vida, las cosas van anormalmente... cómodas, bien. Raro.
E insisto, tanta felicidad no cabe en mi ser y ya estoy preparándome mentalmente para que algún ser querido se muera de la nada o alguien me mande a la chingada o me corran de la carrera o Stephen King me bloqueé de tuiter o algo. Me da miedo estar tan contenta, qué jodido está eso.
Pero no es el asunto de esta semana. En realidad, tuve mucho conflicto en elegir de qué escribir -y es que como ya dije, en todo me está yendo relativamente bien y pues no tengo mucho de qué quejarme-
Pensé en dedicarle algunas palabras a los trabajadores, madres de familia y a los maestros por su día -1,10 y 15 de este mes respectivamente-, pero en la edición pasada de mi blog ya toqué ese tema. Quizás no basta con un post, pero no era de mi interés hablar sobre esos temas. Tampoco quise verlo por el lado de la suerte y el terror, por ser viernes 13 -Soy muy fan de Jason Vorhees-; me estrujé los sesos para encontrar algo de qué escribir, algo que me inspirara lo suficiente como para vomitarles palabras a todos en la cara...
Y entonces fue como si una bombilla se encendiera dentro de mi cabeza con un discreto "clap".
Temprano en la semana, camino a la escuela, tuve un pensamiento un poquito desagradable.
Iba por la caminando, cantando mis canciones y bailando un poco mientras saltaba de sombra a sombra, cuando unos flahsback me detuvieron en seco. Fue como si los hubiera invocado o algo parecido; no sé si fue por la música, porque entonces salió Nothing de The Scritp o la melodiosa voz de Ed Sheeran, o algo dentro de mí se desbordó o esta persona, desde el otro lado de la luna, me llamó o algo, pero fue como si lo reviviera todo.
Sus palabras, su voz diciendo: "Mariana, yo te amo", mi decisión de echarla de una patada de mi vida. Sus argumentos, mis peleas, sus conclusiones y sus heridas, mis berrinches de niñita caprichosa.
Su frustración y mi miedo.
Y esos tres últimos años pasaron frente a mis ojos, trayendo consigo nuestros recuerdos, nuestros sentimientos, nuestras palabras y nuestros errores.
Me sentí mal. Mega mal. Lo que le sigue de mal.
Porque, pues, yo estaba bien; estaba teniendo una semana digna de los dioses y pues jamás había visto al bosque por los árboles y eso. Pero al detenerme y tener el recordatorio de que había alguien en el planeta que la estaba pasando mal por algo que yo le había hecho directamente en beneficio de mi felicidad (?, me hizo replantearme mi existencia.
¿Valgo tal pena? No, mejor me aviento de un tercer piso.
Fue una sensación amarga que al cabo de un par de horas se pasó al olvido.
Es cierto. Lo olvidé durante mi estancia en la escuela porque me la pasé risa y risa, leyendo mi librito, burlándome de los demás con mis amiguitas y comiendo chucherías.
Pero regresó al día siguiente, y al día siguiente y desde entonces se ha mantenido conmigo.
Es incómodo, es doloroso, y es constante.
No es como si me estuviese desangrando por dentro o algo así; es más parecido a una herida superficial en el dedo índice producto de una hoja de algún diccionario inglés-español. Son de esos cortes casi imperceptibles pero que te duelen como la puta madre.
No lo suficientemente grande para ponerle una bandita.
No lo suficientemente pequeño para ignorar el dolor.
Arde. Arde mucho.
Es algo que, por mucho que arde, no eclipsa mi felicidad. Es un puntapiés constante, nada más.
Lo he hablado con algunas personas y ellos insisten en que hay dos posibilidades: O estoy imbécil y quiero arruinarme la felicidad en la que me encuentro ahorita.
O de veras necesito un terapeuta.
Y, es que, si llevo tres años intentando estar bien y sobreponerme a todo este desmadre y no he podido, ¿Eso qué dice? ¿Que no quiero hacerlo? ¿Que soy incapaz de hacerlo?
¿Que estaría mejor muerta?
No quiero arruinar nada con nadie; quiero seguir y quiero mejorar. Esto se está poniendo muy padre, aunque a veces me encabrone tanto que me quiera arrancar los cabellos uno por uno.
Pero una parte de mí se siente como culpable y mal. Porque tal vez, en vez de las tres personas que somos felices, podríamos ser cuatro personas felices.
¿Pero qué hago?
¿Buscar a esta persona para hacer las paces -OTRA VEZ-?
Se va a dar por entendido que mientras esté bien con este dude, voy a estar bien con todos.
Es un poco insano pensar de esa manera, ¿No les parece? Insano, manipulador, dependiente...
Pero, es cierto lo que alguien me dijo: "Así son los sentimientos".
Dependientes. Ilógicos. Insanos.
¿Puedo optar por la dirección de ignorar todo esto hasta que después de un par de meses todo mejore?
Si lo hago, tengo presente que me voy a tardar meses en que esto pase. ¿Y cuánto duré la última vez? Como cuatro meses.
¿Duraré más esta vez, si decido hacerlo?
Pues sólo hay una manera de responder a ello.
Tal vez mis amigos tienen razón; tal vez sólo estoy buscando algo con qué deprimirme o qué arruinar porque inconscientemente me siento indigna de esta felicidad.
Tal vez yo por dentro tengo razón y necesito una buena copita de vodkaDIGO de café y hablar tranquilamente con un psiquiatra.
Tal vez tanto, tal vez nada.
Tal vez todo está en mi cabeza.
Tal vez Ingrid está bien sin mí, tal vez es más feliz que yo y yo me las estoy dando de importante.
Tal vez necesito calmarme.
Cual sea el caso, por muy cabrona y perra que yo sea, de alguna manera encuentra una manera de quedarse conmigo.
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