viernes, 22 de abril de 2016

De Alcoholismo, Amor Y Otras Cosas Que Hacen Daño


Hace rato estaba viendo el grandísimo tren del mame que hicieron con este asunto de "Lady100Pesos" en tuiter. Sí, leí la noticia en la mañana, pero no había visto el video, sino hasta hace un rato, cuando me entró la curiosidad por ver tantos memes.

El asunto va así:
Una chavita que apenas roza la mayoría de edad se puso hasta el culo de ebria, se subió a su camionetota junto a otros dos amigos (?, y condujo por la bella ciudad de Guanajuato. Obviamente y en su estado de embriaguez, chocó, hizo un desmadre y lo único bueno es que no hubo pérdidas humanas. (Tal vez su dignidad, pero eso ya es otro asunto). Cuando los policías llegaron, NATURALMENTE se la iban a cargar al bote, cuando entonces a ella se le ocurrió sacar un par de billetitos de cien pesos para ofrecerlos como mordida.
Como todo esto quedó grabado, los policías por claras razones se negaron a aceptar el mordisco. Y se la llevaron en una patrulla.

Sí, es más gracioso de lo que parece, pero, una vez que han concluído las risas, yo me pregunté:

¿Qué diablos?

El video notaba que era una hora decente de la mañana. ¿Quién está hasta las chanclas a esa hora? Dos. ¿Quién CONDUCE en ese estado? Literal la tipa no podía ni caminar con decencia. Y tres...
¿Qué pedo con los que grabaron?

¿Dónde está esa gente que graba cuando son casos verdaderamente importantes? (no como si esto no lo fuera, pero ya me entienden)

Me reí un poquis, la neta, porque repetía "güey" como perico, arrastraba las palabras al hablar y quería solucionar las cosas con un "deja te doy dinero".

Luego me avergoncé un poco por ella, por la cantidad de tuits mamones que leí y los memes que hicieron y pensé en lo que podría imaginar ella una vez que esté consciente de su error expuesto en todo internet.

Después un sudor frío se resbaló por mi nuca y me hizo sonreír de incomodidad. Por dentro, hace unas horas, pensaba "Bueno, yo nunca me he puesto taaan mal", pero NOCIERTO, me di cuenta de que varios comportamientos erráticos como los que ella protagonizó yo misma los viví.

Como eso de repetir hasta el cansancio "güey", sin importar que le estuviera hablando a la policía. -bueno, pero yo nunca le he dicho "güey" a un policía-; también que una vez me puse tan mal que ni siquiera podía caminar y mi amiguito Diego me tuvo que sacar casi cargando del bar. O como cuando quise solucionar los desastres que había causado con un "... pues, equis, dale dinero".


Yo he contado con suerte, porque no me he visto involucrada en un chismosote así de grande. Se debe también a que, por muchas tonterías que haga estando bajo la influencia del alcohol, jamás he dañado a alguien.

Bueno, no a un grado en el que deba 50 mil pesos.




Amigos, este asunto del alcohol es divertido, pero una vez. Repetir una y otra vez el mismo error es una pendejada. Y me refiero al error de caer en excesos y pues...

O sea, es una experiencia un poco... un poco... muy difícil de explicar, porque todos lo viven diferente.

Cuando era pequeña, odiaba el alcoholismo de mis padres, de mis tíos y así. Odiaba ver a la gente tomar y me preguntaba cuál era el asunto tras la bebida. Qué era lo que la hacía tan popular o porqué, tras un par de copas, la gente perdía el sentido común.
Me parecía irritante el olor, el sabor. Me parecían insufribles aquellas personas que se me acercaban tambaleando para contarme un chiste sin lógica.

Lo era. Así fue durante mi niñez y adolescencia. Incluso me llegué a plantear que jamás tomaría, que yo no caería ante las redes de aquella maldición líquida porque era más inteligente que el resto de las personas -O sea, sí lo soy, actualmente todavía-

Pero crecí y me vi obligada a enfrentarme a las cuestiones de la vida:

Familiares que morían, amigos que me traicionaban, amores que se desvanecían, sueños que se truncaban, miedo que se acumulaba y estas ganas de querer cambiar al mundo me estaban pasando la factura al fracturar mi frágil salud mental.

Tenía diecinueve años cuando disfruté mi primera copa -de vodka, debo agregar-, pero ahí se quedó el asunto. Lo encontré tolerable, pero nada más.
No magia, no misterio, no éxtasis.

Luego cumplí veinte años, fui a la boda de una de mis amigas de la secundaria y creo que me pasé poquito de whiskys.
Me la pasé bien. Conviví con mis viejos amigos, me reí bastante, platiqué, comí, jugué, me tomé fotos, participé, casi lloré. Estuvo bonito. Pero todavía estaba en mis cinco sentidos, incluso cuando estaba en el baño del salón respondiendo los whatsapp de una personita.
Me sentía alegre, me sentía melancólica y me sentía viva.

Olvidé por un momento el desmadre que era mi vida profesional a causa de mi carrera. Olvidé por un momento el amargo tono que cobró mi historia con Ingrid. Olvidé por un momento que Diego me había ocultado la verdad. Olvidé por un momento mis problemas, mis miedos y mi todo.

Fui feliz, pero no estaba borracha.




Meses después, y tras haber pasado por unas de las rupturas más dolorosas con alguien, y tras el fallecimiento de mi tío favorito, retomé la bebida.

Fue casi involuntario; no tenía mucha idea de que así fuéramos a terminar porque fue un plan que apareció de la nada y acepté, como buena aventurera muchachona de veinte años con complejo de yolo.

Como muchos de ustedes ya saben, terminé vomitando en el pasillo de un bar a las tres de la madrugada. Tomé tanto, que no podía ni hablar. Tenía que comunicarme con lenguaje de señas
 -porque puedo estar borracha, pero me gusta mucho el lenguaje de señas- para que me entendieran mis amigos. No me entendieron igual. Diego tuvo que sacarme del bar casi arrastrando. Yazmín tuvo que cuidarme todo el camino de que no me fuera a ahogar con mi propio vómito en el carro de nuestro amigo.

Y cuando desperté, el frío de una mañana de noviembre era dulce y me aclaró el panorama.

¿Qué había hecho?

Había confesado una parte de mi vida privada con ellos; había hecho el osazo cuando canté I Want To Break Free en el bar, había estado a punto de llorar al hablar de la reciente muerte de mi tío favorito. Le había mentido a mis padres y me había traicionado a mí misma, porque cuando niña me había prometido no alcoholizarme de ninguna manera. Me sentí tan avergonzada de mí misma, no sólo conmigo, sino con Diego y Yazmín, pero ellos tuvieron paciencia y compasión y les encantó verme tan deshinibida y tan suelta y tan... honesta.


De camino a mi casa me dije a mi misma que era la primera vez y la última. No volvería a emborracharme y aunque mágicamente no tuve cruda, mis padres no hicieron muchas preguntas y yo estuve a las ocho de la mañana en mi casa, no quise repetir la experiencia.




No les miento si les digo que después de eso, me emborraché en año nuevo. Luego en enero me compré unas botellitas de vodka para mi uso personal; en febrero una botella de vino blanco para mí solita, en marzo cooperé para una botella de vodka con otras tres amigas de la carrera y, la próxima semana voy a salir con ellas nuevamente.

En todas las veces me puse borracha, terminé cantando canciones ridículas, hablándoles a mis amigos por whats, en algunos casos dejando notas de voz o sacando temas incómodos. La última vez tuiteé sobre Diego, y lo mucho que "odiaba amarlo". Terminé por enviarle notas de voz diciendo sabrá Dios qué a mi maestro. Terminé por sacar tantas cosas con tanta gente; Incomodé a Alex, a Karli. Sorprendí a algunos amigos, antojé a otros más, y asusté a mis padres porque pasé la peor cruda/bajón de azucar de la vida.

Lo sé, lo sé.

No tiene ningún sentido seguir tomando porque no sé hacerlo. Porque mi cuerpo es tan puro y tan inocente que al primer vaso de vodka ya todo me da vueltas; porque al segundo whisky comienzo a ponerme platicadora. Porque sé cómo me pongo: Honesta, suelta, conversadora, cálida, romántica, cantora... Cosas que soy estando sobria, pero en una dosis mucho más peligrosa.
Porque me hace daño, porque mi cuerpo lo rechaza naturalmente.
Porque sé que hacerlo en exceso es peligroso, porque sé que por mis venas corre latente el gen del alcoholismo heredado por ambos padres.


Pero, vamos, quisiera añadir una cosa:

Este alcoholismo que tengo no es nada más que una manifestación artística.

Yo no tomo cuando estoy triste, como mi hermana, o cuando estoy feliz, como mis amigos.

Yo tomo cuando quiero sentirme en la misma dimensión que Stephen King, cuando quiero hallar y ampliar esa vocecita dentro de mí para que me cuente una historia que luego yo pueda traducir a letras escritas.

O sea, diario tengo antojo de tomar.


jajajajaa es broma -no tan broma-



Mi punto es que:

Tengo veintiún años, de veras no planeo vivir por mucho más allá de los treinta y esto del alcohol es como un demonio personal. Cada quien juega con el suyo como se le da la gana; hay que tener cuidado, porque tanto fuego puede quemar, pero sin ese fuego, también te puedes morir de frío...

Y, es que, aun cuando sé la mucha asistencia psiquiátrica que puedo necesitar, la verdad es que una buena copa de vodka al final del mes me cae bien. Sobre todo cuando estoy con gente que me hace sonreír, por lo menos un rato; cuando es gente que me cuida, como Diego y Yazmín, cuando es gente que no me juzga, como mi hermana o cuando es gente con quien me la paso bien, como Fany.

Es un poco ingenuo decir que voy a dejar de tomar. Me gusta hacerlo, no soy buena haciéndolo, pero cuando estoy de humor, lo hago.
Pero sí puedo decir que me he cuidado -bueno,  másomenos-, y me voy a seguir cuidando. No voy a caer en las garras de esos pinches abusadores que buscan aprovecharse de una chavita buena onda borracha e inocentona.
Tampoco me subo a los autos de los borrachos, a menos que sea absolutamente necesario -o si ese día me siento suicida, lol-

Amigos, es un mal vicio, lo sé, porque estoy consciente del daño psicológico y fisiológico que me hace, pero...

Es algo enteramente mío y creo que mientras no joda a alguien más, estará bien todo.



Sobre el amor y otras cosas que hacen daño...

Estas dos semanas han sido un asco; tengo que pasar por dos rupturas y es muy pesado vivir esperanzada a que el día mejor me sienta mejor y eso no pase.
Tengo cinco días durmiéndome a las dos de la madrugada y despertándome a las seis.
Esta semana me equivoqué en mis tareas tres veces.

No puedo dormir, no puedo comer, no puedo concentrarme, no puedo ser yo. Qué triste.

Pero, bueno, confío en que pronto pasará toda esta mierda y estaré bien.

No se enamoren y si lo hacen, háganlo de personas que valgan la pena el insomnio y todo lo que el amor conlleva. Ya saben, dolor de cabeza, dolor de alma y bajones del autoestima.

Sobre las otras cosas que hacen daño...

Pls, siempre carguen un suéter. Pinche clima tan inestable que ha estado presente los últimos días. Hasta se parece a mi humor.

POR CIERTOOOOO

Recientemente abrí un nuevo ask -el viejo que tenía me dolía abrirlo y leer la cantidad de cicatrices producidas- y se los dejo, por si gustan dejarme un "Qué buena escritora eres, Charlie Marian", o un "Chinga tu madre, ojalá te mueras pronto, Charlie Marian".

Cualquier cosa es bien recibida.

https://ask.fm/nosoycharliemarian



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