viernes, 8 de julio de 2016

Cerrando Ciclos (¿Parte ll?)



Para iniciar, quisiera aclarar que todavía no me estoy graduando. Aun me queda un año más que recorrer -siento que han pasado mil años, pero bueno-, un documento recepcional, un examen y un título para acabar con esta tortuosa eternidad que es hacer una carrera. Sin embargo, este ciclo escolar que se acaba es el último año escolarizado para mí. Escolarizado en el sentido en el que sí, voy a tener que ir a un salón, a una escuela, pero esta vez no seré yo la alumna, sino la maestra. Básicamente será un trabajo gratis, prácticas intensivas, modo a prueba de errores, como gusten verlo.

Este fue el último año que estuve dentro de cuatro paredes junto a otras veintidós personas, compartiendo espacios, mesas, sillas, aire acondicionado y mucho estrés. Este fue el último año en el que participé de manera "activa" en los eventos de mi escuela. Este fue el último año por el que anduve vagabundeando por los pasillos con la cabeza en las nubes y los sentidos en mi música. Este fue el último año en el que me despertaba a las nueve y media de la MADRUGADA, tomaba el camión una hora antes y caminaba quince minutos para llegar a la escuela. Este fue el último año en el que cargué carpeta, una cartuchera llena de plumones, plumas, mi botella de agua y manzana, junto a mi cartera, mi libro de la quincena y mi llavero de Kero. Este fue el último año que pasé de siete a ocho horas sentada como idiota, asintiendo a lo que decían los maestros y aguantando el mal humor de más de algún ser vivo que decidía poner pie dentro del salón.


Fue el último.



Creo que hasta ahorita voy tomando consciencia de eso; hace tiempo, quizás cuando inicié, me parecía un futuro tan lejano. Cada semana que pasaba sólo parecía alargar más la condenDIGO el tiempo en la escuela, y ahora siento que fue como un parpadeo. Parpadeé y en un fin de semana llegué a casi el final. Estoy en el preámbulo de las rejas del infierNADA. Estoy a nada de acabar. Dicen que este último año de prácticas se irá volando y comienzo a creerles.










No vengo a escribir un discurso pre-graduación ni vengo con confesiones vergonzosas. Quizás reflexione y divague un poco, pero eso no es nuevo para nadie.



Debo decir, antes de empezar esta letanía de conclusiones personales, que aprendí mucho. Aprendí muchísimo más de lo que hace tiempo estaba dispuesta a aceptar. Aprendí de todo: De mis compañeros, de mis maestros, de la escuela en sí, de los que vinieron, de los que se fueron y de los que se quedaron. De lo que pasó mientras estuve en mi escuela, de lo que no pasó y de lo que pudo haber pasado. Aprendí de mis alumnos y de sus maestros. 

Aprendí cosas buenas, y por las buenas. Aprendí cosas malas, y por las malas. Y aprendí cosas en verdad horribles y bajo las peores circunstancias.

Tiempo atrás y con la soberbia hasta el cuello, me habría resultado bien fácil deslindarme de todo esto con un simple encogimiento de hombros y un sencillo: "Pues meh, no me importa".

Resulta que sí me importa.


Todo lo que aprendí está en mí; soy hoy lo que soy por todo eso y por todos los que me sonrieron, me acariciaron y me golpearon. I mean, de forma figurativa, no es literal -pero también pasó, ok-


Primero que nada, lo que más recuerdo de todo esto es que ser maestro ES NADA FÁCIL. De hecho es muy difícil, frustrante y a veces me provoca querer matarme. Es todo un sistema. No es nada como lo que nos han pintado.

Todo esto se multiplica a la tercera potencia si añadimos el trabajar con niñitos especiales, sobre todos los que tienen discapacidad.

Es... es en verdad una guerra. -Otra vez, no es literal- Es algo de otro mundo. Se requiere una fuerza muy especial, una determinación muy resistente, una paciencia de acero y un corazón grandísimo. No es cosa fácil, lo repito.  Es muy demandante, tanto física como emocionalmente. No sólo debes asegurarte de planificar para que el alumno aprenda y lo que va a aprender, sino que además de eso tienes que desarrollarle su potencial personal y habilidades sociales, haciendo uso de los valores, la ética y esas cosas, inculcarle el amor por la vida, los libros, las artes, las ciencias Y ADEMÁS TIENE QUE SER DIVERTIDÍSIMO PARA EL NIÑITO.

Trabajar con seres humanos es increíblemente difícil.


Pero la verdad es que así como es difícil, es padrísimo. Vale la pena, aunque al principio no lo parezca. Te deja mucho como ser humano espiritual, sí. Te agota mucho como persona y ser humano, sí, bastante. Pero nada es mejor recompensa que cuando un niñito te abraza y te sonríe mientras te dice "¡Gracias, maestra!"









Lo segundo que me llevo es el trabajo en equipo. Holy shit, el trabajo en equipo. TRABAJO EN EQUIPO. 

Ni siquiera estoy segura de si alguna vez el hombre ha podido trabajar en equipo para lograr algo. Supongo que sí, eso quiero creer. Pero el trabajo en equipo es como... como un matrimonio. Tienes que estar dispuesto a estar de acuerdo con que no estás de acuerdo. Incluso en trabajos en equipo con mis amigas tuve dificultades que tal vez no externé en su momento para evitarme dramas/discusiones innecesarias y/o disgustos. Pero sí, para esto de la educación el trabajo en equipo es indispensable. Se trata de un trabajo coordinado con el niñito, los padres de familia, los directivos y en general el mundo.

Y ustedes y yo sabemos que a veces el trabajo se delega a sólo un elemento y por eso nos va tan de la chingada como humanidad. Ojo ahí, amigos.

No podemos delegar el trabajo, nuestro trabajo, a alguien más. Yo nunca he podido hacerlo, porque mi poca confianza en mis compañeros -cual fuera mi grado de escolaridad- nunca me ha permitido poner en sus manos mi calificación y por consiguiente, mi futuro financiado por mis padres. 

Tampoco se trata de hacerlo todo una misma. No, eso no es trabajo en equipo y a veces nuestro miedo al fracaso y la mediocridad nos ciega a tal punto que preferimos desvelarnos dos días con tal de que todo sea a nuestro gusto. No. Eso no es tolerante ni flexible. Tiene que haber un equilibrio entre estos dos extremos. Ni muy muy, ni tan tan.

Pero, dulce niño Jesús, qué, PERO QUÉ DIFÍCIL ES PONERSE DE ACUERDO.


Ni siquiera estando con personas con mi misma edad, o mismos gustos o misma visión del mundo se podía al cien por cierto. Y es que esto de ponernos de acuerdo no involucra a una o a dos, sino que es verdaderamente dejarnos llevar a un punto donde estemos a gusto. Un punto en común.

Pero vamos, somos de la creencia de que si no piensas como yo, estás mal.

Ñop.

Con esa mentalidad cuadrada y estrecha no llegaremos a ningún lado. Y si no me creen, sólo asomen su cabeza por la ventana y echen una mirada al mundo a su alrededor. Cuántos problemas, cuántas guerras, cuánto odio podríamos evitarnos si no tuviésemos la cabeza tan dura.

Todavía me cuesta mucho trabajar de esta manera. Me cuesta cederle el control a alguien, confíar en las decisiones de alguien. Me cuesta deshacerme de mis estándares e ideales. Me cuesta, lo reconozco, pero estoy haciendo un esfuerzo por ser tolerante y aceptar opiniones ajenas para mejorar el trabajo y sus caminos. Lo que me motiva a hacer esto es pensar, querer creer, confíar en que perseguimos los mismos propósitos.

¿Y cómo sé que perseguimos los mismos propósitos? PREGUNTANDO.










Luego, también aprendí que la curación no es lineal -lo vi en tumblr pero pude verlo reflejado en mi paso por esta escuelita-.

Muchas cosas pasan en tres años y las cosas que me pasaron a mí, no voy a mentir, estuvieron de la chingada. 

Se murió gente a quien yo amaba, dentro y fuera de la escuela. Eso está de la chingada.
El ex beibi de quien me enamoré locamente resultó ser el cabrón sin corazón que todos me dijeron que era. Eso está de la chingada.
La ex bae ya no me habla y seguro me turbo odia por mamona insufrible y zorra. Eso está de la chingada.
Amistades que mostraban su verdadera cara e intenciones al apuñalarme por la espalda y luego que vinieron a mí a mentirme en la cara. Eso está de la chingada.
Maestros y dinámicas que me quitaron el sueño varias veces, que me sumieron a las crisis nerviosas y de estrés más agudas conocidas por mi frágil humanidad. Eso está de la chingada.

Perder, perder, y perder.

Ganar, ganar y ganar.


Perdí mucho y gané mucho. Pasé verdaderos momentos dignos del infierno de Dante y pasé momentos mágicos y celestiales.

Me amargué por mucho tiempo, gruñendo para mis adentros, deseando mi propia muerte y poniendo mala cara ante todo. 
Pasé tanto tiempo quejándome de todo que no veía el potencial dentro de ese dolor, de esas cicatrices.

Pasé tanto tiempo quitándome las lágrimas de los ojos con el dorso de la mano que no me detuve a pensar que esas lágrimas estaban ahí para limpiarme, para sanarme, para aclararme la vista.

Recién me di cuenta de que todo aquello, esas historias que se tatuaron a mi piel como una horrenda roncha en realidad no eran producto de un ataque de insecto. Eran un tatuaje. Una marca que me recordaría las lecciones. Un dibujo que el pincel de la vida había decidido diseñar en mí para guardar una historia, para darle un sentido a mi vida.

Me di cuenta, entonces, de que todos los eventos desgraciados, infelices, dolorosos se podían mezclar con lo bueno y eso sirve como componente de mi vida y de mi crecimiento espiritual.







Lo último, que ahorita puedo evocar porque ya casi es media noche y tomé una taza de café bien cargado y creo que es la peor decisión que he tomado en la semana porque seguro no podré dormir y mañana valdré mil kilos de madre, es que nada de lo que aprendiste sirve si no lo actúas.


Recuerdo, hace algunos semestres, que en una lectura de la clase de la maestra Alma decía algo como "No basta con saber leer. También tienes que actuar como que sabes leer" y pues me cagué de risa porque es cierto. Puedo saber muchas cosas, pero si no las demuestro en mi actuar, ¿Sirve de algo?

Ño. 

Es como saber algo y callártelo. O sea, no compartes conocimiento y eventualmente ese conocimiento se morirá con el resto de tu cerebro.

Podía yo saber que sabía un montón, pero si seguía con mis pésimas actuaciones, pos no iba a importar mucho al final.

Si predicaba tanto que el leer cambiaba vidas, ¿Por qué yo no estaba leyendo un libro?, así que decidí aumentarle a mi ritmo y leer un libro cada quince días. Es julio y he leído 14 libros en lo que va el año, y voy en el 15. Si yo predicaba que leer era la base al cambio ideológico, y que además es un excelente hobbie, ¿por qué me limitaba a leer cada que tenía tiempo o cada que tenía dinero? No. Yo me iba a hacer tiempo y me iba a hacer de dinero para hacerlo. Si yo regañaba a todos porque nunca leían, pero yo no leía, ¿Qué carajos? Pos no, ¿Verdad?

-Aclarando esto, no estoy leyendo para tener la autoridad moral de ningunear a alguien por no hacerlo. Lo hago porque me gusta y me evita intentos de suicidio físico y emocional,  y también para tener la autoridad moral de ningunear a alguien que me critica y no lo hace-

Si predicaba tanto que el valor movería al país, ¿Por qué yo no estaba haciendo un cambio? Por consiguiente y después de lo sucedido en Ayotzinapa -TODAVÍA SIGUEN SIN ESCLARECER NADA Y NO MAMEN, YA VAN DOS AÑOS, QUÉ CHINGADOS LES SUCEDE. SON SERES HUMANOS-, en un arranque de furia homicida tomé dos hojas de papel, escribí mensajes y me los grapé al cuerpo para andar así por la calle, como una ridícula, durante dos semanas. Porque si nadie decía nada en mi escuela, pues yo lo iba a hacer. Si predicaba tanto que no podíamos quedarnos con los brazos cruzados, ¿Por qué yo no hacía algo por mi cuenta?

Si regañaba a todos por ser unos cobardes, mediocres e ignorantes por no defender una causa justa, ¿Por qué yo no encabezaba esas manifestaciones?


Si me quejaba de tanto, y criticaba tanto, ¿Por qué yo no podía poner el ejemplo? Lejos de jalar a alguien a mi lado oscuro cual perra gravedad o de llevarle la contraria a todos, lo que debía hacer era ponerme a hacer todo eso que yo creía correcto. Porque con mis quejas nada iba a lograr. Porque nadie más que yo iba a estar capacitado para hacer lo que yo creía correcto. 


Aprender es más que aprender. No es leer un libro y ya. No es escribir una novela de cuatrocientas noventa y cuatro hojas y ya. No es hacer un mapa mental. No es hacer un intro chingón para un proyecto de video de la escuela. No es pasar a exponer un cuadro conceptual. No es debatir una lectura usando citas textuales de la misma.

Aprender no es escribir el abecedario y pintarlo con acuarela. 

Aprender es usar el abecedario y actúar como si supieras el abecedario.

Es llevar a cabo lo que aprendiste. Es cambiar esa actitud.

Hoy una maestra recordó lo que muy sabiamente nos puntualizó a mi grupo hace un semestre: "Aprender es modificar en algo nuestro comportamiento".

¿De qué te sirve aprender que un animalito tiene derecho a la vida tanto como tú, si vas a seguir siendo un cabrón inhumano con ellos?

¿De qué? Va en saco roto.







No dejemos que lo que aprendemos se quede a la mitad, amiguitos. Los invito a eso.









Para cerrar con broche de oro -pinche título, pero ni pex, creo que "Cerrando ciclos" ya estaba utilizado en la versión anterior de mi blog, so...-, ño se ha acabado esto. Todavía tengo mucho por aprender. Mucho, muchísimo, muchooooooooote.

Me gusta aprender cosas. No soy tan fan de estudiar y así, pero me encanta aprender. Aprendo tanto como puedo y me gusta que mi cerebro e imaginación estén en constante movimiento.


Me da gusto saber que todavía hay muchas cosas que ignoro. Like, a lot of them.

Me da gusto haber compartido tres años de mi vida con estas personas, mis compañeros, maestros y fans y haters.

Aprendí un montón de ellos. No tienen idea del material que me dieron para escribir novelas bien perras, tbh :3





Gracias.

Ojalá haya podido enseñarles tanto como yo aprendí de ustedes :3





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