AMIGOS, acabo de ver Animales Fantásticos y Dónde encontrarlos. Estuvo padrísima. Newt es lo más cercano que he visto a una idea de mi hombre perfecto <3
Además, hice una hora y media de camino. Estoy bien cansada. No dormí bien y la cafeína corriendo por mis venas es muy poca. En cualquier momento voy a caer rendida PEROESPERENNOHEVISTOARROWNIFLASH
Perdón por escribir esta babosada, tenía que de alguna manera argumentar el porqué mi post de hoy es una excusa mensa sobre porqué no escribí algo decente. Nunca escribo cosas decentes, ya deberían saberlo. En fin.
El frío es cruel, la sanación es lenta, pero unas horas de sueño todo lo solucionan. Gracias por leerme incluso cuando el título te sugirió que no. Es bueno saber que me ignoran en mis malas ideas. Los amo a todos XOXO
viernes, 25 de noviembre de 2016
viernes, 18 de noviembre de 2016
El Primer Año Sin Ti
*Suspira*
¿Alguna vez les ha pasado que están muy cansados y desean dormir, pero no pueden dormir? Y no es porque estén pensando en algo en concreto, estén preocupados o estresados. Simplemente están tan cansados que no pueden dormir. ¿Se han sentido alguna vez así?
A mí me pasa, a veces.
No es que me pase la noche entera dando vueltas por mi cama, ahogada en las voces de mis pensamientos, planeando mi siguiente movimiento en la vida o intentando darle sentido a lo que estoy haciendo. Nada de eso. Mi mente está tan cansada como mi cuerpo, ambas están en blanco, inmóviles, inútiles. Pero no puedo apagarme, no puedo dormir. No puedo descansar, no puedo soñar y no sé porqué.
No siento angustia, ni estrés. No siento enojo, ni tristeza. No siento nada. Estoy ahí, tumbada en mi cama, con la cara pegada en la almohada, escuchando mi propia respiración. Estoy ahí, esperando a que mi cerebro se apague, esperando a que mis párpados se cierren, a que la calidez de mi cuerpo atrapada en las sábanas me arrulle... PERO NADA. No puedo dormir. Estoy viva, estoy consciente y estoy cansada.
En algún momento de la madrugada pierdo los sentidos y cuando me toca levantarme, ya es por pura fuerza de gravedad. Como instintivo. Me levanto, me preparo para el día y salgo al mundo a hacerme un caminito para subsistir. Todo eso es mecanizado. Sigo cansada, muy cansada.
En días buenos, el maquillaje, la ropa, el perfume y mi voz cubren todo eso, me disfrazan bien.
En días malos, no puedo ni dar cinco pasos en línea recta sin sentirme que se me doblan las rodillas.
El peso en mis hombros se va haciendo cada vez más insostenible, los grilletes invisibles en mis pies más fuertes, la correa que ata mi cuello al suelo cada vez se hace más inflexible. Y mientras más avanzo, menos sentido todo tiene.
Mi mente, entonces en blanco, se prende de colores difusos, brumosos, como niebla de colores pastel. Me distraigo, me concentro por pequeños lapsos y hago lo que tengo que hacer. Voy a la escuela, atiendo a mi familia, salgo con mis amigos. Ayudo a mis compañeros, leo mis libros, escribo mis novelas e intento no perderme en un mundo que crece a pasos agigantados.
Mi cuerpo, incluso sin la comida necesaria, sin los nutrientes básicos, se llena de energía. O finge que así es. Completo mis tareas lo mejor que puedo, como se me permite. Las ojeras ya no significan nada después de tantos años de tenerlas. Mis mejillas redondeadas cada vez más filosas tampoco asustan, porque la gente conoce mis hábitos alimenticios. Mis manos frías, mi cabello despeinado y algún ocasional moretón o corte en mis extremidades ya no son noticia nueva; ya son parte de mí.
Pero los ojos vidriosos no son parte de mí, los insistentes suspiros tampoco, ni los pies chocando contra todo lo posible en tierra.
En días buenos, la gente atribuye algunas alteraciones físicas aleatorias mías a la inevitable frecuencia de la vida.
En días malos, la gente nota cuando estoy más torpe de lo normal, más descuidada de lo normal.
Me permito sonreír cuando la ocasión se presenta, pero por lo general no soy consciente del gesto tan seco y distante que tengo en la cara. Opino cuando me piden que opine, me río cuando me siento obligada a, y hablo cuando el silencio es incómodo, es prejuicioso, es vacilante.
"Estoy bien, gracias. Es que no dormí bien", me justifico. "Estoy bien, gracias, es que no terminé de desayunar hoy".
"Estoy bien, es que tengo mucho trabajo y estoy pensando en eso".
"Estoy bien, pero la vida a veces se interpone entre la sanidad y yo".
Siempre hay algo para justificarme. Siempre encuentro un hueco para salirme tajante y siempre encuentro un argumento mordaz para que nadie sea capaz de cuestionármelo.
Me miran curiosos, me miran dudosos, me miran extrañados. Abren sus bocas y yo puedo continuar hablándoles de cómo decidir alejarme de quién estaba enamorada me ha partido el corazón en dos, puedo decirles cómo el hecho de que una de mis mejores amigas se fue a otro país desde hace unos meses me tiene un poco triste y de vez en cuando me siento sola, puedo decirles cómo las cosas en mi trabajo de servicio profesional no es lo que yo pensaba, ni siquiera es tan malo como imaginé, es peor, lo que me tiene consternada. Puedo decirles que estoy preocupada por mi familia, por mis amigos y por el mundo en general. Puedo prometerles que pasará, que estaré bien, que no se preocupen.
En días buenos, no tengo que explicar de más.
En días malos, ninguna de las cosas que digo los convence, no me creen y yo me veo en la penosa necesidad de darme media vuelta y alejarme bajo su mirada angustiada.
Regreso a casa y elijo el camino más largo. Para poder escuchar más música, para poder pasar a comprar comida, un libro, unas calcetas. Para poder saludar a alguien, para visitar el cine, un museo o una tienda de juguetes. Para caminar, para tardarme en llegar.
Una vez dentro, la soledad no me molesta. Nunca me ha molestado. Sé que en cualquier momento en que llame a mi hermana, a mis padres, a cualquiera de mis primos favs o a mis amigos, sé que ellos estarán ahí. Así que no me siento sola. Estoy ahí, yo, conmigo misma.
Me acuesto un poco, en silencio. A veces duermo un poco, a veces sueño mucho. Como lo que puedo comer, lo que se me antoja para cocinar. Veo la televisión, me regalo algo de tiempo para mis actividades recreativas, termino mis trabajos y organizo mis deberes hogareños. Intento no perder el equilibrio de ningún aspecto en mi vida. Preparo mis cosas para el día siguiente. Ceno con mi familia, veo series de televisión con ellos, tomo una ducha y me voy a dormir.
Las lágrimas no salen de mis ojos, ni siquiera se congregan detrás de ellos. No se me cierra la garganta. No me da insomnio. No me dan náuseas, ni mareos. Nada.
No siento nada. En absoluto.
Y eso, de alguna manera, me mantiene alerta. No es normal, no está bien. Debería ser poder capaz de soltarme a chillar cada vez que me siento triste, porque así siempre he sido. Llorar al verme provocada por algún evento triste y trágico del cual no tengo ningún control. No puedo llorar. No puedo gritar, ni siquiera puedo hablar de esto con alguien más. No tengo insomnio, no pienso en eso. Estoy en un vacío, en un loop de nada, de blanco, de silencio. Es pacífico, pero en exceso sí agobia.
Debería ser capaz de ahogarme en alcohol, de querer siquiera eso. No me pasa. No tengo ganas de tomar alcohol, no tengo ganas de salir, no tengo ganas ni siquiera de buscar una película o de levantarme e ir a mi estantería para buscar algo qué leer. No quiero escribir mis novelas, incluso cuando esta última me tiene muy emocionada. No quiero seguir tuiteando pendejadas, cosas sin sentido. No quiero seguir revoloteando como idiota por tumblr, no quiero seguir mirando mi inicio de feisbuck como tonta.
No quiero seguir dándome pena. No quiero ya sentir esto. No es bonito, porque no es dolor pero tampoco es algo que desearía a los demás.
En días buenos, todo pasa teniendo en mente que la única persona que creía en mí ciegamente ya se fue.
En días malos, todo pasa teniendo en mente que no lo voy a lograr porque la única persona que creía en mí ciegamente ya se fue.
No es tan triste como se lee, amigos. O tal vez sí. No me hagan mucho caso, suelo perder el contacto con la realidad de las cosas. No soy muy objetiva cuando se trata de mí y ustedes lo saben.
Pero quiero decirles que no siempre es así. No siempre vivo en estos episodios de burbuja gris. Tengo días muy buenos, tengo días en los que de verdad soy feliz y estoy bien. Tengo días en los que no tanto.
La vida es así, supongo. Un montón de altibajos emocionales, físicos y espirituales, desencadenados por una variedad infinita de situaciones aleatorias.
Si se fijan bien, en ningún momento bromee sobre querer morirme o intenseé sobre de verdad desear morirme alv. Es porque no lo pienso. Lo cual es aun más confuso, porque ni para eso tengo ganas, o sea jelou, khé me paza??'
El luto lo llevamos todos. Yo todavía lo cargo, no creo que sea algo que se desvanezca con el tiempo. Creo que es como un tatuaje que después de que sana, aprendemos a llevar. Incluso a presumir. No digo que una cicatriz porque ésas por lo general son feas y los tatuajes por lo menos pueden llevar colores, aunque ambos comparten algo: Todos tienen una historia y un porqué.
Los lutos también.
Claro, paso mucho tiempo revolcándome en mi miseria. Es turbo divertido, para alguien como yo. Pero hay un mundo de diferencia entre la miseria de sentirme verdaderamente sola en un mundo que parece no dispuesto a cooperar conmigo y a no dejarme vivir, con la miseria de un amor no correspondido, un amor malogrado, una amistad en la distancia, falsas expectativas de las cosas, decepciones laborales, pesadillas personales. Lo que sea. Hay diferencias.
No digo que cada día se siente como una guerra, porque no. O tal vez sí, pero es una guerra diferente. Pero tampoco digo que cada día es un carnaval -Como dice Celia Cruz, lmao-
Digo que, bueno, ahora debo adaptarme a esta nueva vida. Porque después de que alguien se muere, viene una vida nueva. Ésta es la mía. Con episodios psico-depresivos, episodios vacíos, episodios efusivos, episodios iracundos, episodios turbo confusos. Así me está tocando vivir y estoy haciendo lo mejor que puedo con lo que tengo. Eso quiero pensar.
En ocasiones tengo la fe de que algún día las cosas van a mejorar, que esto se quedará atrás y que me sentiré mejor. Que ya no habrán más noches de cansancio, ni excusas tontas, ni balbuceos incoherentes, sonrisas falsas o silencios incómodos.
La mayor parte del tiempo creo con firmeza que no, que esto seguirá igual, que esto se quedará conmigo.
Va un año sin ti y estoy aprendiendo a vivir en este mundo otra vez. No es fácil, sobre todo cuando tengo estas horribles playlist por todo spotify, y mi lista de propósitos que no he terminado de siquiera escribir, o esta horrible gastritis nerviosa cuya existencia mi madre se niega a reconocer como tal. Pero lo estoy intentando. De veras. Por ti y por mí. Por los dos. Porque sé que tú también harías lo mismo.
Gracias otra vez por todo.
Perdón por tan poco.
Siempre te recuerdo, siempre estás conmigo. Te amo. Nos vemos al otro lado.
viernes, 11 de noviembre de 2016
Más que un Donald Trump
Originalmente iba a escribir sobre el primer año que paso sin mi tío fav en la vida. Iba a hablarles sobre cómo ha sido este viaje, cómo me ha costado sangre levantarme algunos días, cómo he pensado con seriedad que no voy a dar ni una más, cómo he tenido que alejarme de dos de las personas más importantes en mi vida para arreglarme, sobre cómo es todo este proceso de cargar un luto a cuestas, que a veces se siente como si fuera el mundo y a veces se siente como si no fuera nada más que un recuerdo airoso y melancólico, pero dadas las circunstancias, tuve que modificar el tema de hoy.
Con el perdón de Gerardo, tengo que hablarles de este tema que URGE que alguien escriba.
Bueno, temprano en la semana me vi envuelta en el escándalo, pero no un chisme padre, sino uno de vecindad vulgar. Ahí les va:
Estoy de prácticas en un CAM, prestando mi servicio social profesional como maestra de trece bellos (y desmadrosos, tbh) niños especiales. La principal regla que tengo entendida es que sin maestro titular, nosotros como practicantes no deberíamos estar ahí. Yo había estado dos veces sin titular porque soy buena onda y quise ayudar un poco. Me presté para el favor, pues. Pero ya la tercera vez simplemente decidí que no tenía que cargar con esa responsabilidad que no me corresponde porque si algo muy feo llegara pasar me la van a cargar a mí y yo ni siquiera tengo título. Equis. Cuando la maestra titular me habló, quince minutos antes de la hora de entrada, yo iba camino a la escuela. Estaba a cinco minutos de mi casa. Recibí la llamada y entonces una mujer del personal de la escuela donde estoy pasó junto a mí, me saludó y yo le regresé el saludo. Acto seguido me di media vuelta y regresé a mi casita.
Pues se emputó la autoridad, lmao. Fue con mi amiguísima Kar y entró a su salón pegando gritos, acusándola de ser mi cómplice, de "andarme tapando". Obvio ella se quedó como wtf.
El martes siguiente la maestra volvió a faltar y yo tuve que faltar otra vez. Ese mismo día mi asesor fue a visitarnos a mis dos compañeras y a mí, como es su trabajo, y apenas puso un pie en la escuela, se le fueron encima. Le dijeron que yo le había faltado el respeto a la escuela porque "había ido y me había retirado". Obvio mi asesor también se quedó como: wtf. Desconcertado y sin saber absolutamente nada, me llamó pero yo no pude responder por situaciones ajenas a mi control. No se fíaba de lo que le decían esas personas, así que investigó con mis compañeras. Se enteró de la verdad y fue a defenderme.
Yo sólo me había atenido a las reglas que me habían marcado antes de llegar a esa escuela y eso había sido todo. No había sido por flojera, por irrespetuosa ni mucho menos por irresponsable.
Cuando me enteré de todo este asunto, estaba bien enojadísima. Esto se había tornado personal, amigos y quiero ser muy clara con respecto a algo: A mí me pueden decir de cosas y yo puedo vivir con ello. Se atreven a mirar mal a alguien a quien quiero y LOS QUEMO VIVOS, ME VALE MADRE QUIÉN SEAN.
No puedes atacar a uno de mis amigos y salirte con la tuya. No lo permito. No.
Al día siguiente estaba decidida, después de hablarlo con Kar y Fili, a fingir dar mi brazo a torcer en son de llevar la fiesta en paz. Yo no soy de las que bajan la cabeza y aguantan vara, lo saben ustedes y lo sé yo, pero viendo que si me ponía de contestona me podía llevar al destierro infernal conmigo a Kar, Mariela, a Fili y a Ani, pues decidí mejor simplemente dar por su lado a cualquiera que quisiera venir a fastidiarme. Estaba a punto de sacrificar los maltratos de Kar y de mi asesor por la paz, cuando el miércoles, frente a mí, la autoridad decidió maltratar a mi titular frente a mí de una manera espantosa y humillante.
Mientras le decía de cosas horribles y humillantes a mi titular, yo me llenaba de ira. Era su pinche actitud de mierda, prepotente, con ganas de sentirse imponente, respetada, temida, yo qué sé, lo que prendió la flama de la furia casi homicida. Yo entiendo que se pudieron sentir enojados, molestos, decepcionados, horrorizados, lo que sea, por esto que sucedió. Claro, ni mi titular ni yo fuimos a la escuela. Mi titular por más que quiso comunicarse y/o quedarse a esperar para dar una explicación, no se pudo. Las circunstancias no se prestaron y pues la autoridad se enteró por mi amiga Kar que no iríamos. Sé que eso se puede malinterpretar como una falta de respeto, como que nos valió madre el asunto y dejamos tirados a trece niños.
No fue así, amigos. No se hizo por maldad ni con intención de herir a alguien. Eso es algo que no querríamos. Eso es algo que nunca ha sido mi objetivo en ningún aspecto de mi vida.
Me envolvieron en un chisme de vecindad barato con la intención de perjudicarme. Una vez que terminaron de regañar a mi titular, fue mi turno de enfrentarme a la autoridad a solas. Pero yo ya no estaba calmada, como mi asesor me pidió que me presentara, yo ya no sabía muy bien lo que diría, porque el discurso que había preparado con fría y calculada antelación se había borrado apenas empezó el abuso brutal contra mi titular. En mi cabeza sólo existían las ideas que en un principio me surgieron:
La gente es basura, y de la peor clase. No hay peor cobarde que aquél que se quiera esconder tras la intimidación y el miedo para lograr mover a las personas. No hay peor líder que aquel que hostiga porque no somos lo que ellos quieren que seamos, sus esclavos, sus grupis. No hay peor tipo de persona que aquella que humilla para sentirse grande, para sentirse poderosa, para sentirse BIEN.
En mi corazón y en mis venas corrían aquellas flamas de ira, de decepción, de horror, de ganas de poner al mundo al revés con mis propias manos. Me costó mucho trabajo controlar mi tono de voz, no ponerme a llorar del enojo, no ponerme a gritar por las injusticias. Me costó mucho trabajo mantener a la vocecita en mi cabeza que me decía que tenía que ser honesta y no diplomática callada.
No sé cómo lo logré. A ciencia cierta, no sé si lo logré.
No di mi brazo a torcer ni tuve intención de hacerlo. Habiendo visto cómo maltrató a mi titular frente a mí, en una especie de demostración para mostrarme "quién era el jefe", no me quedaron ganas ni remordimiento alguno.
No iba a fingir que bajaría la cabeza ni que iba a asumir alguna culpa que no era mía. No lo iba a hacer. No me iba a dejar mangonear por alguien tan poco digno de ser llamado humano.
Hay pocas cosas a las que soy incapaz de tolerar, y la injusticia es una de ellas.
No lo hice, amigos. No fui muy diplomática, ni fui muy complaciente. Fui sincera, tanto como pensé prudente. Simplemente fui a aclarar el chisme, a aclarar mi posición como respetuosa profesional, y a pedir que no saltaran a conclusiones imbéciles basadas en comentarios de dudosa procedencia moral en lo que a mí concernía. Por favor.
Estaba tan molesta -todavía-, estaba tan decepcionada de todo, que no sé cómo logré articular palabra una vez que llegué a mi casa y se lo expliqué a mis padres y a mi hermana.
Estoy bien molesta y estoy bien decepcionada. Estoy horrorizada.
El martes sucedió también lo de las votaciones para ver quién se la jugaría por el futuro de Estados Unidos, una de las naciones más poderosas -y famosas, tbh- del mundo al menos los siguientes cuatro años. Contra todo pronóstico televisado, contra todo deseo humano, ganó el estúpido racista de Trump.
Yo me había imaginado que ese payaso xenófobo y misógino ganaría, pero por dentro deseaba estar equivocada.
Platicando con varios amigos, les expuse mis supuestos y muchos de ellos, casi riéndose, me dijeron que no había manera en que Trump ganara. Pero yo veía que sí tenía una gran posibilidad, y no porque la gente fuera pobre, como han querido pintar los medios, no porque estuvieran hartos de los políticos.
La gente es mala, es basura, es mierda. Tienen actitudes muy horribles, son muy pobres de alma y corazón.
Lo puedo ver; con el paso del tiempo, he aprendido a leer a las personas y he aprendido a ver el odio en sus corazones. Muchas de las veces me niego a ver lo obvio, porque me gusta más pensar que todos somos dignos de una oportunidad.
Pero no es cierto. La gente deja que el odio gane en sus existencias y eso los vuelve oscuros, los vuelve sucios. Dejan que sus sentidos se cieguen ante oportunidades de sentirse grandes. Venden su alma al mejor postor.
Donald Trump no es más que un pendejo racista, lleno de odio, de intolerancia, de prejuicios, de ignorancia. Pero es un pendejo en una posición muy peligrosa, porque cada vez que abre la boca y dice una estupidez, mucha gente se siente validada y respaldada. Piensa: "Bueno, si ese hombre dice lo que piensa y nadie le dice nada, es porque está bien".
Es el típico: "Si alguien más lo hace, ¿Por qué yo no?". Mediocridad a en su máxima expresión.
Trump era un peligro antes para la sociedad, pero apenas se puso a vociferar con su pestilente voz y berrinches que quería gobernar a una de las naciones con uno de los ejércitos mejor preparados, se volvió una verdadera amenaza, porque entonces hizo que los que eran igual a él, personas sin humanidad y llenas de odio e ignorancia, fueran saliendo de sus cuevas.
Es un pinche problemota. Turbo obvio, como muchos otros mexicanos solidarios y conscientes, me desmoralicé cañón cuando me enteré que ganó; no estaba sorprendida, pero sí muy decepcionada. Quiero decir, PINCHE HUMANIDAD, TE DOY UNA OPORTUNIDAD PARA QUE ME PRUEBES MAL Y LA CAGAS, QUÉ PEDO.
Ahora, Estados JodidDIGO Unidos tiene por presidente a un cabrón que piensa que puede "agarrar" a cualquier mujer por sus partes privadas. México tiene por presidente a un cabrón que no sabe decir cuál fue el libro que marcó su vida porque no sabe cómo leer. Venezuela tiene por presidente a un hijo de puta que piensa que reprimir al pueblo lo hace un buen presidente, justo y con presencia, y en realidad no es más que un hijo de puta a un escalón de convertirse en un dictador sádico -sino es que ya lo dio-. Y puedo seguir citando presidentes americanos, presidentes europeos y primeros minístros- ACUÉRDENSE QUE NUESTROS HERMANOS DE REINO UNIDO LA TURBO CAGARON MIL CON EL BREXIT-, etcétera, etcétera.
Ya fue todo esto; ahora debemos enfrentar las consecuencias y siento que lo que yo viví fue como una analogía a todo esto.
Al inicio me turbo emputé pero pensé que podía perjudicar más si me ponía altanera y la defensiva, así que me relajé, pero entonces entendí que bajar la cabeza ante un tirano no era luchar contra él.
Es cierto. Es más fácil ignorar a los haters. Podría ahorrarme energía, y úlceras gastro-intestinales. Podría, de alguna manera, simplificarme la vida.
Pero no estoy ayudando en nada. Estoy evitando problemas, estoy cerrando los ojos, desviando mis pasos y fingiendo que nada está pasando Y ESO NO ESTÁ BIEN, AMIGOS.
Ignorar los problemas no harán que se vayan y eso es algo que me ha costado mucho aprender.
Sé que hay que "elegir las batallas". Sé que hay mucha gente allá afuera tan hija de puta que son capaces de buscarme hasta el fin del mundo con tal de hacerme la vida miserable. Sé que no siempre tengo que alterarme y ponerme a ladrar apenas me lancen una piedra.
Pero también sé que si no defiendo mis ideales, si no defiendo mis creencias, si no defiendo a los míos, esto no se moverá por sí solo. Los glaciares no se derriten por sí mismos, necesitan al calentamiento global para eso.
No es una nevada primaveral que se derretirá apenas salgan los primeros rayos del sol. No.
Esto es una tormenta y debemos tomar posición. Yo no voy a iniciar guerras, como le dije a todos con quienes hablé de esto. Yo no inicio peleas absurdas, soy antibélica, no creo que la violencia sea el camino.
Yo no inicio guerras, pero YO SÍ ME DEFIENDO DE ELLAS.
Hay veces en que parece que la otra persona, el enemigo, el tirano, parece que tiene "el sartén por el mango", pero siempre habrá un sartén que ellos tengan y no sea por el mango. ¿Quieren pelea? Pelea tendrán.
Pero sí debería advertir: No peleo como ustedes porque yo sí tengo clase y soy más inteligente de lo que creen.
Para terminar este post, amigos. No hay que abandonarnos a la desesperanza ante esta victoria de Trump. Al contrario. Hay que ser inteligentes:
Siempre habrá una manera de derrocar a estos pedazos de misera humana.
Y por cierto, hay que aprender a detectar, porque tristemente no es sólo un Donald Trump el que vive en el mundo. Me tocó aprender en esta semana, por las malas, que hay muchos Donald Trump. Tus jefes, tus compañeros de trabajo. Los diputados, los policías. Tu novio, o incluso tu madre. Hay muchos y la mayoría está disfrazada de ovejas.
Abran los ojos y no dejemos que ganen, no dejemos que tengan poder sobre nosotros.
No se conviertan en uno, por amor a lo que más quieran.
viernes, 4 de noviembre de 2016
Ser La Otra
En mi experiencia, estrictamente no puedo considerarme como la otra, aunque hubo un par de ocasiones en las que así me sentí. Fui la otra.
Pero por favor, antes de que empiecen a lanzar juicios ilógicos y sin argumentos, quisiera que conocieran esta parte de la historia. Estamos tan acostumbrados a victimizarnos, siendo los engañados, y a linchar a aquellos que son infieles, que realmente poco tiempo nos detenemos a pensar en cómo lo vivió la tercera persona, la manzana de la discordia.
Bueno, hoy vengo a escribir de dos veces que, aunque técnicamente no existió "engaño" como tal (bueno, en opinión de algunas personas cercanas en cuyo juicio confío bastante), sí llegué a sentirme relegada, en un plano secundario, con el rol de "víbora entrometida".
Voy a obviar los nombres porque, pues, ya prometí no revivir el pasado con la intención de autodestruirme, pero intentaré ser lo más certera posible.
La vida no significaba mucho entonces, tres años atrás. O tal vez sí, pero el rumbo por el que yo vagaba distaba mucho de ser relevante y/o productivo. Todo cambió cuando conocí a esta persona. Fue todo muy casual. Un día de repente yo estaba viviendo la rutina, intentando no perderme entre un mar de gente gris y zombi, y esta persona apareció. Se me acercó y al principio, con dudas, me permití adentrarme en un mundo desconocido.
Qué maravillosa experiencia resultó; era como si por fin hubiera conocido a alguien que pudiera leerme entre líneas, alguien que quisiera entenderme. Alguien que quisiera, realmente desde el fondo de su corazón, escucharme. Yo estaba muy emocionada. Pocos contactos como el que tuve con esta persona he experimentado en mi cortísima vida, pero entonces nada me detuvo. Nuestra relación se movía a pasos agigantados y yo sentía que cada vez, con cada minuto que pasaba a su lado, me enamoraba mucho más. Caía más profundo.
Pero todo pareció estrellarse contra un muro impenetrable y frío de realidad cuando las palabras desconcertantes salieron de su boca: "Tengo novia".
No me había sentido tan decepcionada en mucho tiempo.
Por supuesto, me dio un mal sabor de boca. Fue algo más que eso. Fue como recibir un escupitajo en la cara, un golpe en el estómago, un puñetazo en la garganta. Casi sentía cómo un pedacito de mi corazón se rompía un poquito.
what the hell.
Algo por dentro de mí se encendió y pensé por un segundo: "Bueno, al menos habló con honestidad antes de que lleváramos más lejos esto".
Pero yo estaba bien equivocada, porque incluso cuando ese "Tengo novia" había parecido un "Vamos a pintar nuestra línea aquí", parecía más bien una invitación a retarnos. Yo a retar a esta persona y tentar su fidelidad y esta persona retando mi ética y dignidad humana.
Y fue así, durante algunas semanas. Retos, retos y más retos. Y este "tengo novia" dejó de parecer una muralla para que se evitara una catástrofe. Ese "tengo novia" se volvió un "tengo novia, pero me importas más tú".
(Digo, literal me decía esas cosas)
Siempre quise que existiera un respeto entre esta persona y yo. Porque tenía un compromiso con alguien más y yo no era más que una diversión momentánea. Así lo veía yo.
Cuando estaba a su lado, podía ver el mundo de color rosa y era muy feliz. Me sentía escuchada, me sentía con alguien con personalidad y cerebro para variar. Sentía esas mariposas volando por dentro de mi ser, como intoxicada. Como drogada.
Pero apenas daba un paso lejos, se me venía la cruda moral. Llegué a sentirme sucia, a sentirme indigna, a sentirme nada. Pensaba: "¿Como porqué sigue con su novia si dice que yo le importo más, si me quiere más a mí?" y la respuesta obvia fue que, aunque quisiera negármelo, esta persona realmente no veía algo serio conmigo, algo a futuro. Yo sólo era un hobbie pasajero, en lo que se le calmaban las hormonas. Sólo eso representaba y todas sus palabras de amor no eran más que mentiras tras mentiras para mantenerme atada a un vínculo tan tóxico como inmoral, como prohibido.
Oh, dear, I do love drama.
Nunca fue algo de acostones y ya, o de palabras bonitas. Fue algo más. Algo más intenso que el sexo y algo más fluido que las palabras, pero esa sensación de estar haciendo algo malo no me abandonó durante el tiempo que compartí con esta persona.
Yo me sentía incapaz de pedirle que dejara a su novia. No concebía peor crueldad que decirle a alguien que abandone su compromiso porque se me viene en gana estar con ellos. Lol.
Sé que a veces puedo dar esa impresión, pero no soy tan perra.
Resumiendo el resto de la historia, pues esta persona terminó por dejar a su novia -quien ya sospechaba y turbo me odiaba porque #entrometida- e iniciar una relación conmigo que después de una breve reflexión existencial decidió terminar.
lol.
Creo que cuando una historia comienza mal, habrá algo terrible en el final y yo soy muy fan de los plot twist y las historias tristes.
Pero mi punto es que, incluso cuando yo no tenía idea de que tenía novia, o cuando ya supe que tenía, mis sentimientos por esta persona cambiaron muy poco. Tal vez el amor que le profesaba siguió igual o creció, pero mis actitudes con respecto a la situación en general retrocedieron. En mi caso, me sentía como la peor persona del mundo porque no sólo podía hacerle daño a su novia, sino que también me arrastraría a esta persona y a mí misma a un remolino de dolor y sufrimiento innecesario.
No creo en el sufrir por sufrir, si soy honesta.
Hice lo mejor que pude con lo que me tocó vivir. Hay cosas de las cuales me arrepiento, hay cosas que sé que pude haber zanjado, y hay cosas que no pude evitar. Ya terminé de odiarme por esos errores. Pinté mi límite y traté de respetarlo tanto como pude. Más que por la novia, más que por esta personita, lo hice por mí misma.
¿Saben por qué? Porque no importaba cuánto yo pudiera amar a alguien más, siempre yo voy por delante y perdón, pero valgo algo más que sobras de un amor incierto e inestable. Valgo más como para relegarme a un segundo lugar. Valgo más como para que me escondan, me nieguen, o lo que sea.
Valgo más.
Casi tres años después -que fue lo que ha durado mi relación con esta persona, más o menos- llegó alguien con casi el mismo modus operandi. Se presentó, fue muy gentil conmigo y hacía buenas bromas. Muy inteligente, muy observador, bien dulce.
Me trataba bien bonito y era muy tierno PERO TENÍA NOVIA.
Y yo otra vez fui la última en enterarme. Pero había aprendido mi lección y lo que hice OBVIAMENTE cuando me enteré, fue darlo por terminado y largarme corriendo de ahí. Ese fue mi primer instinto y esta vez no lo ignoré. Me fui. Lo dejé por eso.
A veces me pregunto si es mi culpa de alguna manera por atraer a este tipo de personas -con compromisos y/o faltos de respeto por la dignidad humana-, pero en cualquier caso, he decidido ya dejar de lado eso. Hubo un tiempo en mis años de colegiala -hace dos años, lol- en el que hubiera dado todo por ser la otra de un güey que me traía bien mensa. Me gustaba tanto que no me hubiera importado que lo mío con este dude hubiera sido de una vez, que yo nada más hubiera sido una aventurilla más. No me hubiera importado ser la otra.
Otra vez, necesité varios golpes de realidad dura y fría para entender que yo no me merezco esto. Yo merezco un amor completo, honesto y libre. Incondicional. No sobras, no sombras, no mentiras, no engaños, no escondidas. Porque si algo de eso hay en un amor, tons no es amor. No para mí. No quiero algo así para mí. Tengo veintiún años, mi experiencia siendo "la otra" no fue algo técnico ni estrictamente apegado a una realidad que muchas otras personas se enfrentan, pero lo poco que viví en ese lado de la historia me hizo darme cuenta de que no está bien.
No está bien para la novia, para la oficial.
No está bien para el que quiere algo conmigo estando atando a alguien más.
Pero sobre todo, no está bien para mí, que quieren reducirme a un simple "la otra".
Pero por favor, antes de que empiecen a lanzar juicios ilógicos y sin argumentos, quisiera que conocieran esta parte de la historia. Estamos tan acostumbrados a victimizarnos, siendo los engañados, y a linchar a aquellos que son infieles, que realmente poco tiempo nos detenemos a pensar en cómo lo vivió la tercera persona, la manzana de la discordia.
Bueno, hoy vengo a escribir de dos veces que, aunque técnicamente no existió "engaño" como tal (bueno, en opinión de algunas personas cercanas en cuyo juicio confío bastante), sí llegué a sentirme relegada, en un plano secundario, con el rol de "víbora entrometida".
Voy a obviar los nombres porque, pues, ya prometí no revivir el pasado con la intención de autodestruirme, pero intentaré ser lo más certera posible.
La vida no significaba mucho entonces, tres años atrás. O tal vez sí, pero el rumbo por el que yo vagaba distaba mucho de ser relevante y/o productivo. Todo cambió cuando conocí a esta persona. Fue todo muy casual. Un día de repente yo estaba viviendo la rutina, intentando no perderme entre un mar de gente gris y zombi, y esta persona apareció. Se me acercó y al principio, con dudas, me permití adentrarme en un mundo desconocido.
Qué maravillosa experiencia resultó; era como si por fin hubiera conocido a alguien que pudiera leerme entre líneas, alguien que quisiera entenderme. Alguien que quisiera, realmente desde el fondo de su corazón, escucharme. Yo estaba muy emocionada. Pocos contactos como el que tuve con esta persona he experimentado en mi cortísima vida, pero entonces nada me detuvo. Nuestra relación se movía a pasos agigantados y yo sentía que cada vez, con cada minuto que pasaba a su lado, me enamoraba mucho más. Caía más profundo.
Pero todo pareció estrellarse contra un muro impenetrable y frío de realidad cuando las palabras desconcertantes salieron de su boca: "Tengo novia".
No me había sentido tan decepcionada en mucho tiempo.
Por supuesto, me dio un mal sabor de boca. Fue algo más que eso. Fue como recibir un escupitajo en la cara, un golpe en el estómago, un puñetazo en la garganta. Casi sentía cómo un pedacito de mi corazón se rompía un poquito.
what the hell.
Algo por dentro de mí se encendió y pensé por un segundo: "Bueno, al menos habló con honestidad antes de que lleváramos más lejos esto".
Pero yo estaba bien equivocada, porque incluso cuando ese "Tengo novia" había parecido un "Vamos a pintar nuestra línea aquí", parecía más bien una invitación a retarnos. Yo a retar a esta persona y tentar su fidelidad y esta persona retando mi ética y dignidad humana.
Y fue así, durante algunas semanas. Retos, retos y más retos. Y este "tengo novia" dejó de parecer una muralla para que se evitara una catástrofe. Ese "tengo novia" se volvió un "tengo novia, pero me importas más tú".
(Digo, literal me decía esas cosas)
Siempre quise que existiera un respeto entre esta persona y yo. Porque tenía un compromiso con alguien más y yo no era más que una diversión momentánea. Así lo veía yo.
Cuando estaba a su lado, podía ver el mundo de color rosa y era muy feliz. Me sentía escuchada, me sentía con alguien con personalidad y cerebro para variar. Sentía esas mariposas volando por dentro de mi ser, como intoxicada. Como drogada.
Pero apenas daba un paso lejos, se me venía la cruda moral. Llegué a sentirme sucia, a sentirme indigna, a sentirme nada. Pensaba: "¿Como porqué sigue con su novia si dice que yo le importo más, si me quiere más a mí?" y la respuesta obvia fue que, aunque quisiera negármelo, esta persona realmente no veía algo serio conmigo, algo a futuro. Yo sólo era un hobbie pasajero, en lo que se le calmaban las hormonas. Sólo eso representaba y todas sus palabras de amor no eran más que mentiras tras mentiras para mantenerme atada a un vínculo tan tóxico como inmoral, como prohibido.
Oh, dear, I do love drama.
Nunca fue algo de acostones y ya, o de palabras bonitas. Fue algo más. Algo más intenso que el sexo y algo más fluido que las palabras, pero esa sensación de estar haciendo algo malo no me abandonó durante el tiempo que compartí con esta persona.
Yo me sentía incapaz de pedirle que dejara a su novia. No concebía peor crueldad que decirle a alguien que abandone su compromiso porque se me viene en gana estar con ellos. Lol.
Sé que a veces puedo dar esa impresión, pero no soy tan perra.
Resumiendo el resto de la historia, pues esta persona terminó por dejar a su novia -quien ya sospechaba y turbo me odiaba porque #entrometida- e iniciar una relación conmigo que después de una breve reflexión existencial decidió terminar.
lol.
Creo que cuando una historia comienza mal, habrá algo terrible en el final y yo soy muy fan de los plot twist y las historias tristes.
Pero mi punto es que, incluso cuando yo no tenía idea de que tenía novia, o cuando ya supe que tenía, mis sentimientos por esta persona cambiaron muy poco. Tal vez el amor que le profesaba siguió igual o creció, pero mis actitudes con respecto a la situación en general retrocedieron. En mi caso, me sentía como la peor persona del mundo porque no sólo podía hacerle daño a su novia, sino que también me arrastraría a esta persona y a mí misma a un remolino de dolor y sufrimiento innecesario.
No creo en el sufrir por sufrir, si soy honesta.
Hice lo mejor que pude con lo que me tocó vivir. Hay cosas de las cuales me arrepiento, hay cosas que sé que pude haber zanjado, y hay cosas que no pude evitar. Ya terminé de odiarme por esos errores. Pinté mi límite y traté de respetarlo tanto como pude. Más que por la novia, más que por esta personita, lo hice por mí misma.
¿Saben por qué? Porque no importaba cuánto yo pudiera amar a alguien más, siempre yo voy por delante y perdón, pero valgo algo más que sobras de un amor incierto e inestable. Valgo más como para relegarme a un segundo lugar. Valgo más como para que me escondan, me nieguen, o lo que sea.
Valgo más.
Casi tres años después -que fue lo que ha durado mi relación con esta persona, más o menos- llegó alguien con casi el mismo modus operandi. Se presentó, fue muy gentil conmigo y hacía buenas bromas. Muy inteligente, muy observador, bien dulce.
Me trataba bien bonito y era muy tierno PERO TENÍA NOVIA.
Y yo otra vez fui la última en enterarme. Pero había aprendido mi lección y lo que hice OBVIAMENTE cuando me enteré, fue darlo por terminado y largarme corriendo de ahí. Ese fue mi primer instinto y esta vez no lo ignoré. Me fui. Lo dejé por eso.
A veces me pregunto si es mi culpa de alguna manera por atraer a este tipo de personas -con compromisos y/o faltos de respeto por la dignidad humana-, pero en cualquier caso, he decidido ya dejar de lado eso. Hubo un tiempo en mis años de colegiala -hace dos años, lol- en el que hubiera dado todo por ser la otra de un güey que me traía bien mensa. Me gustaba tanto que no me hubiera importado que lo mío con este dude hubiera sido de una vez, que yo nada más hubiera sido una aventurilla más. No me hubiera importado ser la otra.
Otra vez, necesité varios golpes de realidad dura y fría para entender que yo no me merezco esto. Yo merezco un amor completo, honesto y libre. Incondicional. No sobras, no sombras, no mentiras, no engaños, no escondidas. Porque si algo de eso hay en un amor, tons no es amor. No para mí. No quiero algo así para mí. Tengo veintiún años, mi experiencia siendo "la otra" no fue algo técnico ni estrictamente apegado a una realidad que muchas otras personas se enfrentan, pero lo poco que viví en ese lado de la historia me hizo darme cuenta de que no está bien.
No está bien para la novia, para la oficial.
No está bien para el que quiere algo conmigo estando atando a alguien más.
Pero sobre todo, no está bien para mí, que quieren reducirme a un simple "la otra".
miércoles, 2 de noviembre de 2016
Feliz Día De Muertos
Amigos, me gustaría empezar este post con una calaverita-OTA que escribí esta tarde.
Estaba la parca sentada al bus esperando
cuando de repente se acerca Mariana gritando
"¡Muerte, vieja amiga, te he estado buscando!...
¿Sobre mi propuesta, quizás, ya has pensado?"
la flaca se levantó y contestó sin vacilar:
"Oh, Dios mío, Mariana, no te puedo matar
por muchas ganas que tengas de en el campo santo descansar
aún no ha llegado tu tiempo, así que deja de molestar"
Mariana se resistía a la negación
"Debe haber una manera de terminar en el cementerio pronto", imaginó
así que con creatividad un plan ideó
para acabar bien fría y tiesa en el panteón
Resguardarse de la tormenta bajo un árbol se le ocurrió
pero ningún trueno o rayo se escuchó
después arrojarse frente a un autobús pensó
y cuando lo hizo, el camión a último momento la esquivó.
Comida envenenada y carros sin frenos
ninguno dio resultado, lo que dejó a Mariana en desconcierto
la muerte, intrigada, a lo lejos la observaba
no entendía porqué alguien querría morir con tantas ganas
Pasó el tiempo y Mariana no se pudo morir
así que no le quedó de otra más que su vida ponerse a vivir
terminó la carrera, consiguió trabajo y encontró un nuevo amor
y a pesar de todo latía feliz dentro de ella su corazón
su familia estaba sana, sus sueños brillaban
pero no todo era fácil y llegó entonces la parca a visitarla
"Ya estoy aquí para darte lo que siempre has querido
a la otra vida tienes pasaje VIP, te vienes conmigo"
"Pero ahora soy feliz", Mariana explicó
"Dame un par de años más antes de dormir por siempre en el panteón"
"Siempre habías sido feliz, compañera" la flaca dijo
"Sólo que ahora lo puedes ver reconocido"
"¿No tengo escapatoria, entonces?", Mariana preguntó
"He llegado hasta este punto, ¿Es que mi muerte no tiene solución?"
"Perra, no lo entiendo, me tienes confundida
tanto tiempo me buscaste, ¿Y ahora te opones a tu partida?"
"Perdón, muerte, así soy yo", Mariana respondió
"es parte de mi encanto no tener en claro una decisión"
"Te diré qué, un día por ti llegaré
sigilosa y sin avisar me apareceré
entonces vendrás conmigo te guste o no
la siguiente vez que me veas no tendrás poder de elección"
Ante las palabras de la muerte, Mariana meditó
"Entonces yo voy a aprovechar mi vida, cada día", prometió
"Veré la luz en la miseria y agradecida por ello estaré
cuando sea que regreses, lista contigo yo me iré"
La muerte y Mariana se despidieron
muy conscientes de lo que ambas dijeron
"Esa tipa está demente" la calaca pensó
"pero al menos creo que ya la lección aprendió"
COLORÍN COLORADO ESTE CUENdigo.
:3
Siéntanse libres de criticar mi trabajo. Lo hice mientras comía y veía la tele. No es una calaverita tradicional, como verán. Es larga, es una historia un poco más desarrollada y no tiene final feliz -o sea, no me muero alv-.
Para los amigos extranjeros que leen este amable blog cada post, permítanme contextualizarlos: Las calaveritas son textos literarios que se producen mucho en estas épocas del año. Son narraciones en verso que nos hablan de cómo la muerte viene por nosotros y por todos a los que amas. Son chistosas, tienen intención de burlarse de lo inevitable y de las características de las personas. Por lo general son cortas y la muerte es el personaje principal.
Yo me tomé la libertad de tomar ciertos elementos y hacer una con mi estilo y he aquí el resultado:
Una mediocre calaverita literaria en donde hablo de lo mucho que me quiero morir y que la muerte me llama "perra" por no entender mis cambios tan violentos de humor.
Si les gustó, díganmelo. Si no les gustó, díganmelo también. Si tienen una crítica, díganmela, son bienvenidas aquí, en este no tan humilde blog. Si tienen crítica destructiva, quédensela.
En fin.
Esto de las calaveritas literarias son parte de un aparente sin fín de tradiciones que envuelven al misterioso y fascinante día de los muertos, dos de noviembre. Cierto, ayer también se celebraron a los muertos, pero el uno de noviembre se llama "Día de todos los Santos" y se enfocan en los niñitos muertos. Hoy es más universal.
Me ENCANTA el día de los muertos y hay tantas razones: desde el clima -el horario no tanto, tbh-, hasta el pan de muerto, el chocolate caliente y los alfeñiques, la decoración con motivo de calaveras, tumbas y cualquier cosa sombría, el olor y el color de las flores de cempasúchil. Las velas, los tapetes de semillas, el papel picado de colores y el ambiente en general. Las historias de terror, el maquillaje, los altares. Es melancólico, dulce-amargo. Es cómodo pero al mismo tiempo una niebla casi intoxicante de misterio y adrenalina cubre el lugar. Todo es posible en día de muertos. Es mágico.
Es socialmente aceptable bromear sobre la muerte y está bien ser un tremendo miedoso-cobarde.
A diferencia de jalogüin, donde el chiste está en escondernos de los espíritus malignos que pasean por este, nuestro mundo, a hacer travesuras, en día de muertos es abrir las puertas de nuestras casas para recibir a los espíritus de los buenos. De nuestros familiares, de nuestros amigos. De todos aquellos que ya se fueron y que dejaron una huellita en nuestros corazones.
Más allá de la muerte y todo lo que eso representa, más allá de la burla, más allá de los dulces, más allá de las pinturas, más allá de las fiestas, lo que en verdad me encanta de este día es plantearnos en una realidad, vamos, más "real". Hablamos de la muerte, amigos. Nos encaramos a ella cada día de nuestra vida. Y en esta fecha está bien, todo el mundo es consciente de que se va a morir, escribimos calaveritas literarias, ponemos nuestros nombres en calaveras de azucar, hacemos nuestras propias tumbas de cartulina negra y lo vemos como una fiesta más. Como uno más de nuestros hábitos, nuestras tradiciones.
Me encanta. Es como si todo el mundo estuviera en la misma sintonía durante estas fechas. Hay muy pocas fiestas que logran hacer eso. Navidad, por ejemplo, no es una de ellas; hay personas que disfrutan la navidad y hay otras que no tanto, pero yo, en mis veintiún años de vida, nunca he conocido o he sabido de alguien a quien no le guste día de muertos. No hay. No existen. Y si sí existen, pues sigan en el anónimato, porque estamos mejor sin ustedes amargadDIGO, ya me entienden.
Día de muertos es una tradición viejísima. Muy vieja. Ha sobrevivido durante todo el tiempo que México lleva conquistado (son un chingo de años); tal vez no tengamos a nuestros mismos dioses de antes, ni nuestro sistema de gobierno o economía. Tal vez perdimos mucho, intercambiamos mucho y adoptamos igual, pero día de muertos ha ido evolucionando sin perder la esencia. Quiero decir, somos un país en mayoría católico y aun así continuamos haciendo rituales indígenas. No se puede decir lo mismo de navidad, año nuevo, san valentín o las pascuas.
Este día nos recuerda a la muerte, pero eso es bueno porque de esa manera podemos apreciar la vida. En mi calaverita literaria, esa es la moraleja -Las calaveritas literarias NO llevan moraleja pero yo sí le puse mi opinión jipi filosófica porque a todo lo que escribo le tengo que añadir mi pensamiento propio y original porque #DesesperadaPorAtención-; disfrutar de la vida, para que cuando llegue la muerte, no importa cuándo sea, nosotros seamos capaces de irnos felices, cumplidos, llenos, satisfechos con lo que hemos hecho, con lo que intentamos y en lo que fallamos.
Pensar en la muerte es adorar a la vida, es valorarla, es respetarla. Reflexionar nuestra muerte nos permite aprovechar este don que se nos ha dado muy random, la vida.
Hay mucha gente allá afuera que piensan que la vida es un derecho, que es casi un hecho de que así será y no. La vida es un regalo. No a todos se nos da y cuando se nos da, tenemos que valorarla así como nos la entregan y trabajar por mejorarla. Muchos dan por sentado que mañana se van a despertar, que irán a sus trabajos y/o escuela, que comerán, que regresarán a sus casas a tiempo, que verán su programa de televisión y revisarán feisbuck, se irán a dormir y todo se repetirá al día siguiente Y NO, AMIGOS. No es cierto. No tenemos la vida comprada ni asegurada. Yo sé que todos tenemos esa costumbre de levantarnos y pensar así. Pensar: "Guácala, otro día de porquería que vivir" y lo sé porque yo también pienso eso, a veces que tengo malas rachas. Pero recuerdo que nadie me debe nada, la vida no me debe nada, Diosito ni Buda me deben nada. Estoy aquí por mí misma y por el regalo que me han hecho hoy. Vamos a agradecerlo. Vamos a cultivarlo. Vamos a valorarlo.
Y a todo esto, yo sé que muchos estarán levantando una ceja y diciendo: "Seguro, Mariana, tú que eres el ser más miserable de la vida y que a cada respiro estás deseando la muerte" y otra vez, NO les debo explicaciones, pero lo haré de todas maneras:
No quiero morirme siempre. Así es mi humor, esa es mi manera de expresar dolor de manera audible. Hay gente que se embriaga, hay gente que usa tuiter y hay gente que se quiere morir. Yo hago todas las anteriores y no hay psicología tras de esto. Este es mi camino en la vida y esto es lo que he aprendido. Yo sé que les causo mucho estrés a las personas, lo sé porque no me entienden en absoluto y lo sé porque me quieren mucho. Se los agradezco. Pero de nuevo, es normal. Preocúpense el día en que ni para eso tenga energía.
En la escuelita donde doy clases, hicieron el altar de muertos en honor a una niñita alumna de ahí que murió atropellada meses atrás. Me pareció muy creepy y muy injusto, porque alguien de diez/once años no debería morir de una manera tan violenta. Me pareció muy triste ver las fotos ahí, los danoninos, el pan de muerto y los juguetes. Me pareció doloroso.
Luego me enteré que en la escuelota donde tomo clases, hicieron el altar de muertos en honor a mi tío fav, Gerardo, que falleció hace casi un año y que trabajaba ahí como el bibliotecario. No voy a mentir, sentí un golpe en el estómago que me dejó sin aire, pero después de secarme las lágrimas, me pareció un detalle muy bonito que todavía se sigan acordando de él. Que hayan apreciado sus buenas cualidades. Que no lo dejen desaparecer, que siga aquí presente, con nosotros. Me conmovió muchito.
Y entonces, he aquí la dualidad de la celebración:
Duele mucho pensar que nuestros seres queridos ya no están aquí. Me duele como la puta madre cada vez que pienso que soy huérfana de abuelos, que mi primo no vio a su hermano casarse en marzo de este año y me duele aun más como la putísima madre pensar que mi tío fav, Gerardo, no me verá publicar mi primer libro. Bueno, al menos no me verá como yo quiero que me vea. No me va a abrazar y a decirme "Estoy bien pinche orgulloso de ti, chinita". Duele como la puta madre, no tienen idea.
Pero es muy bonito recordar todo lo bueno y todo lo malo que vivimos con estas personas. Sus valores, sus cualidades, sus defectos y sus cagadas. Es bonito pensar que los conocimos, recordar cuando éramos pequeños o recordar lo que sucedió hace una semana. Es bonito hacerles saber de alguna manera humana que aún seguimos pensando en ellos, que ellos siguen aquí, presentes. Es bonito pensar que otros también extrañas a los que amaste tanto, es bonito pensar que si te mueres, habrá más personas que los recordarán por ti. Eso es bonito.
Para terminar, me encanta el día de muertos. Es mágico. Y sobre todo, es una invitación a pensar en nosotros como don de vida, como regalo, como permiso.
Yo estoy intentando sacarle lo mejor a mi vida, cada día.
Y tú...
Si te mueres mañana, ¿Estarás satisfecho con lo que hiciste hoy?
Pd:
Los dibujos son de mi autoría. Tuve día de asueto, so... Era eso o revolcarme en mi propia miseria. Elegí esto.
:3
Gracias por leerme. XOXO
Suscribirse a:
Entradas (Atom)