Este post me ha tomado cerca de tres intentos y por lo menos cinco minutos en considerar cuál versión dejar correr. Bueno, tras una épica y acalorada discusión conmigo misma, he decidido escribir sobre algo que a lo mejor más de alguno de ustedes tendrán conflicto en creerme.
Bueno, leerme y creer en lo que pienso y digo es su parte, no la mía. No soy yo quien tiene la última palabra. O bueno, técnicamente sí porque las cosas se hacen a mi manera o no se hacen en absoluto pero, ya saben, me tiene sin mucho cuidado que decidan tenerme fe. Quiero decir, hay gente buena rodeándome de luz, así que... Ya saben, son libres.
Muchos de ustedes conocen algunas de mis historias, la mayoría tristes y extrañas as fuck, y tal vez tengan una percepción generalizada de mí. Hay algo que deben saber y que sólo digo cuando creo que es necesario decirlo:
Ustedes sólo conocen lo que yo quiero que conozcan. Pueden intentar ver más allá, intentar recorrer hasta el último de mis recovecos más oscuros, mis bordes más filosos y mis secretos mejor escondidos, pero al final soy yo quien decide si cierro o no las puertas ante una persona. No suelo cerrar las puertas a las personas, sólo lo hago bajo dos supuestos:
1.- Te voy a llevar a la ruina
2.- Me vas a llevar a la ruina
Y a lo mejor pueden pensar que leer libros no tiene mucha correlación, puesto que es un actividad que se disfruta mejor en la soledad de la calma, pero créanme, hay más de las personas en los libros que en las fiestas.
Tengo buenos instintos. Supongo que eso de la supervivencia y esos asuntos han permitido que el ser humano -yo, en este caso- desarrollemos un olfato casi infalible a la hora de detectar peligros. Pero la historia va así:
Se me acerca una persona y me da mala espina, un presentimiento inquietante, una mala señal comienza a vibrar, pero lo ignoro porque pienso: ¿Quién soy yo para juzgar a alguien que no me ha dado ninguna razón para desconfiar? y ahí voy, a dar un voto de confianza. Y las cosas comienzan a suceder, empiezo a leer entre líneas, pero decido hacerme mensa porque "todos somos humanos y nos equivocamos". Y así sucede hasta que pasa algo muy culero y entonces decido que sí, que todo este tiempo tuve razón por dentro, que otra vez por ingenua idiota me la volvieron a jugar y me toca sufrir de a gratis.
Y así es sucesivamente. La gente creería que nunca aprendo, y puede ser el caso, pero el punto no es ese. Sé cuando algo va a pasar, lo veo venir, lo puedo leer en los ojos de las personas, descifro las intenciones de ellos incluso antes de que siquiera ideen un plan.
Pero tengo esta tendencia de ver lo mejor en las personas y esperar lo mejor, porque por alguna razón tenerle fe a la humanidad es algo que me da paz espiritual. Lo cual no tiene sentido porque me llevo más decepciones que alegrías viviendo con esa mentalidad. No lo sé, a lo mejor sí me gusta sufrir más de la cuenta.
Pero los libros son como las personas y si sabes leer entre líneas, jamás te van a poder engañar. Bien cierto es ese dicho que va de "No juzgues a un libro por su portada" y no deberían juzgarlo por eso. Lean el resumen, lean las críticas. Lean el prólogo y si tiene contexto histórico del autor, léanlo también. Pueden leerlo todo, de cabo a rabo, pero una sabe, en lo más profundo de su alma, cuando un libro le gusta o no. Cuando va a ser una experiencia provechosa, cuando va a ser bueno.
Lo mismo pasa con las personas. Puedes conocerlas de años, o puedes conocerlas de horas. Puedes saber toda su historia o puedes saber eventos aislados. Puedes hallarle tantas similitudes contigo mismo para que te agrade o puedes buscarle millones de diferencias para que no te agrade. Puedes construirla o destruirla a tu placer y voluntad.
Pero una sabe, en lo más profundo de su alma, cuando algo va a ser bueno, va a ser próspero. Cuando alguien te va a enseñar algo.
Yo he ignorado mis instintos primitivos y después ignoro lo que leo entre líneas, en las sombras y todo eso me ha llevado a historias trágicas, patéticas y en su peor defecto, en desperdicio de tiempo. O sea, no que lo que me dejan los demás es basura pero sí hay cosas que prefiero ahorrármelas, porque ya las he vivido a mi tiempo.
De haber hecho caso a lo que la vocecita de la razón en mi cabeza me gritaba, muchas cosas dolorosas y que me han metido en problemas -incluyendo el día de hoy- no las habría tenido porqué soportar. Pero ay, de mí, que peco de pendeja.
Rara vez mis sentimientos por las personas no se equivocan. Mis opiniones, y mi estúpida creencia jipi sobre la humanidad, por otro lado, viven en el error constantemente.
Así que, si de todos modos quisieran escucharme cuando les digo lo siguiente, espero que las cosas marchen mejor para ustedes que lo que han sido para mí.
Para ser alguien tan leída, todavía me resulta increíble caer en mi propia ingenuidad. En fin.
1.-Hay de "malas apariencias" a MALAS APARIENCIAS:
No digo que deban juzgar a alguien por cómo se viste o cuánto pesa. Nada de lo que conlleve las características físicas de una persona podrían marcar un factor para determinar qué tipo de persona es. Pero los ojos son la ventana del alma y fácilmente te puedes dar cuenta cuando una sonrisa es genuina o es falsa. Cuando alguien voltea los ojos más de lo necesario, ensancha la nariz como respuesta a su tóxica intolerancia o sus despectivos gestos van más allá de lo cordial, No digo que una sonrisa no pueda engañar a alguien o que sea algo honesto, pero una se da cuenta cuando la calma y la transparencia son acordes a.
No ignoren a sus sentidos.
2.- Todos tenemos derecho a una mala opinión:
Por supuesto. En mi caso, estoy repleta de ellas, como por ejemplo que el bajón de calidad de Arrow entre la temporada 3-4 casi ni se siente, o como que Don Quijote de la Mancha o 100 Años de Soledad no son novelas tan grandiosas o tan disfrutables. Todos tenemos derecho de opinar mal de algo o tener una opinión estúpida, pero una cosa es tener eso y otra muy diferente es ser un pinche intolerante con miedo al progreso.
Ser homófobo, misógino, xenófobo, racista o cualquier tipo de radicalidad incitando al odio es imbécil y eso no es una mala opinión. Eso es ser estúpidamente malvado.
Si una persona suela un comentario de ese tipo, no lo dudes, huye. Huye bien lejos. Esas personas no traen nada bueno.
3.-Las acciones hablan más que las palabras:
Esto es algo que todos conocemos y que todos pasamos por desapercibido. Las acciones hablan más y mejor. Y no lo digo como el típico "quien te quiere se le nota" o algo así. Para nada. Las acciones que debemos tomar más en cuenta es cuando estas personas las ejecutan contra alguien más. Es decir, por ejemplo, cuando estás con alguien y empieza a hablar mal de las personas. O como cuando vas a un restaurant, un lugar de servicio público y empiezan a tratar mal a los empleados, etc. Eso dice mucho de una persona y lo saben, amigos. Lo sabemos. No echen en saco roto las experiencias ajenas y externas. Ver cómo se comportan con otras personas es como verlos en su hábitat. La petulancia y la pesadez mamona no son cosas que fácilmente se disfrazan.
De manera relativa, es fácil saber cuando una persona no va a traer nada bueno a tu vida. Aquí lo que sucede es que nos dejamos llevar por nuestras emociones, nuestras ganas de creer en alguien, nuestras ganas de moldear a alguien entorno a nuestros deseos y pues eso muchas veces nos ciega. Lo sé, porque a mí me pasa, me sigue pasando. Intento trabajar en eso. Aprender de ello y ya saben, seguir.
Al final, los libros sí se parecen mucho a las personas.
Los buenos libros no son los más caros ni los de edición especial, tampoco son los más populares o los clásicos. Los buenos libros son los raros, los que te encuentras accidentalmente y los que llegan en momentos especiales a tu vida, que los lees cuando requieres leer.
Y hay mucha gente por allá afuera mediocre, barata, simplona y sin buenos finales. Pueden leerlos, pero por favor, no les hagan lugares en sus estanterías. Ño lo merecen.
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